Seguramente muchos de ustedes conozcan la película. Se trata de una comedia francesa de 1998 inspirada en una obra de teatro del mismo nombre en la que se relata la historia de Pierre Brochant, hombre de negocios que se reúne con sus amigos todos los miércoles invitando cada semana a cenar a un ‘idiota’ por diversión. El indiscutible protagonista es François Pignon, un funcionario obsesionado con fabricar estatuas con cerillas, que interpreta el papel de invitado a la peculiar cena.
En ella descubrimos cómo todo lo que toca Pignon se convierte en un desastre, especialmente los diferentes aspectos de la vida de Brochant (una inspección de hacienda, una infidelidad matrimonial…) hasta que al final de la película, quien era inicialmente objeto de las burlas le da una hermosa lección a su anfitrión consiguiendo no sólo arreglar los desaguisados que había ocasionado sino ganándose además el cariño de quien pretendía dejarle en evidencia. Les recomiendo que la vean.
De forma semejante a la película, el angoleño Mateus Contreiras, alias Manucho, tras varias temporadas en las que no había demostrado nada más que una amplia variedad de peinados, se había convertido en una especie de ‘blanco oficial’ de las risas del club vallisoletano, un personaje extravagante que caía simpático a gran parte de la afición pero que en el campo no había enseñado las cualidades que supuestamente tenía cuando Sir Alex Ferguson se fijó en él para ficharlo para el Manchester United, antes de venir al Real Valladolid.
Varias personas han tenido la culpa de la sorprendente transformación del angoleño desde el ostracismo hasta su titularidad actual: Jaime Jiménez, el portero titular de la pasada campaña; Alberto Marcos, el director deportivo del club; y sobre todo el entrenador, Miroslav Djukic, que –pese a que el delantero no contaba inicialmente para el proyecto 2012/2013- le dio la confianza necesaria y no dudó en convertirle en el delantero centro titular del equipo tras la jornada en la que anotó dos goles y dio dos asistencias en el partido contra el Rayo. Desde entonces y hasta hoy, más goles al Granada, dos al Real Madrid, al Málaga…
Actualmente Manucho es un jugador integrado, querido y respetado por gran parte de la afición, incluso por los más críticos que inicialmente no le tomaban en serio; y que ha sabido mantener la tensión competitiva por ganarse un puesto pese a luchar contra otros futbolistas que gozaban del cariño y admiración de la gran mayoría del público. Quizá el angoleño no llegue a los treinta o cuarenta goles que prometió al ser fichado, pero nos ha dado una lección a muchos, y eso hay que reconocerlo.
Publicado en "El Norte de Castilla" el 21-03-2013